Creado en Canarias

Jack J. Winter – Desiertos de Metal

Era un antro cualquiera en este lado del desierto, buscaba a un viejo, decían que el sabría donde encontrar a ese bastardo que mató a mi Padre, vi a un viejo en una esquina bebiendo con una zorra a su lado mientras se le caía la baba.

Me acerqué y le pregunté:

– Disculpe, busco a Johnson Fayer, me dijeron que podría darme una información.

– Bueno, tengo la garganta algo seca… – dijo con una media sonrisa –

Hice un gesto al camarero y trajeron una cerveza fresca.

– Jack no era un tipo corriente, – empezó mientras daba el primer trago – era de esos que le gustaba tanto un duelo a muerte como las piernas de una mujer en el mejor antro de la ciudad.

Ese hombre ha visto y hecho incontables cosas, aun teniendo un carácter templado, su corazón es más frio que una cerveza en el peor antro de la ciudad.

Solo recuerda, si te topas con Jack J. Winter, no le hagas enfadar.

– ¿ y como es? ¿Cómo viste?

– Bueno, estamos tratando temas mayores – dijo mientras se reía a carcajadas –

Puse una bolsa con todo el oro que llevaba y le animé a proseguir.

– Jack viste un largo guardapolvos de cuero, sus botas altas son fáciles de reconocer por el sello dorado que la caracteriza, su camisa blanca y esos tirantes. Pero lo que más odio de el, es esa sonrisa de prepotencia que se gasta.

Pocos saben realmente que el arma favorita de Jack era su revolver Mágnum del 50 dorada con ese caballito blanco pintado. Y su tomahawk de melanium, regalado por el mismísimo Chaman De los Chekoris.

– ¿Sabe donde está? – pregunté inmediatamente.

Le dio una cachetada a la fulana en el trasero y se fue.

En ese momento no lo vi, pero cuando volví a mirarlo me apuntaba un hermoso revolver.

– Lo tienes delante hijo – dijo mientras apretaba el gatillo, mirándome con su sonrisa de prepotencia.

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